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rafaelrr

VIEJO PAYASO DE CIRCO

VIEJO PAYASO DE CIRCO

Soy un imbécil. Payaso ambulante. De los de pista central en el circo. Con toda la cara pintada de blanco. Con lágrimas pintadas en las mejillas y el rostro boca bajo. Enorme tristeza. Aguantando los insultos y el agua que carga la flor de la solapa de un enorme traje cargado de parches y chillones colores. Grandes zapatones, que parecen barcos.

         Aquel al que hasta subir a la silla, las piernas les tambalea. Y todo el día llorando. Con enormes miedos. A la pelota grande, a la chiquita. A la de muchos colores y a las lisas. A la enorme carpa que le cierne sobre el bombín del que se le desprende una margarita marchita. Al gato que aparece por las esquinas y que su ronronear más le parece el rugido del león o la pantera ocultos tras las rejas.

         Soy un payaso de circo. De enormes guantes, de los que todo se les cae de la mano. De los de pelota roja por nariz. Del llanto que no cesa por los temores. Miedos absurdos, ridículos y extraños. Aquel que se hace viejo, entre lamentaciones. El que se mira en el espejo del antiguo carruaje. Ya destartalado… y frente al espejo se quita el maquillaje. Y sigue lloviendo. Porque hace mal tiempo. Como siempre. Porque siempre lo ha hecho. Que no puede quitarse el blanco, ni el rojo de la nariz de pelota, ni el ceño fruncido, ni los labios caídos…

Bajo el maquillaje, no aparece piel nueva. Que es otro rostro de payaso viejo. De payaso cansado. De payaso aburrido y denostado… el que se refleja en el espejo.

Con  la vieja música de “candilejas” emanando de un megáfono anclado en el tiempo, en el chisporroteo de un disco de vinilo.

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