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rafaelrr

NOCHE DE REYES

Noche estrellada. De diamantes centelleantes, serpenteando el firmamento. Mil colores, para papelillos que caen y guirnaldas prendidas en los balcones.    Desfile de trajes con pedrería y plumas. Imaginación desbordante, para construir palacios de cristal con el celofán, palacios ensoñados construidos con cartones y barro para dar forma a los sueños.   Coronas de latón, con perlas de nácar incrustadas. Capas de visón sintético y guantes blancos, guantes negros, guantes más largos, guantes más cortos, guantes para guarecerse del frío.   Bajo los pies, en el suelo: un camino plagado de dulces y caramelos. Como en la casa de cuento, con sendero de baldosas doradas. Doradas como su flequillo.   Mullidas almohadas recogen en sus regazos las mentes inquietas que, en la noche más prolongada, provocarán desvelos. Nervios, inquietud, incredulidad que no quiere perder la inocencia.   Leyenda que relata la noche más cargada de magia de todo el año. Noche cargada de presentes, que se portan por el cielo. Adoración y peregrinación. Leñadores, pastores, ovejas y ángeles, de tez blanca y largas alas.   Hay espacio para todo, en el que el tiempo se congela y la magia se hace intensa. Espesa niebla de sensaciones y emociones. Un espacio en el tiempo en el que romper con todo, en el que sólo importa algo. Sólo importa alguien. Ya no importa la magia. Ya no importa los sueños. Ya no importa la ilusión. Ya no importa las esperanzas… porque es todo eso. Porque es todo eso y más. De reluciente flequillo dorado, junto a una sonrisa de la que no se separa. Aparece como un fogonazo. En medio de la espesa niebla e ilumina el sendero que tienes que emprender: “¡si te atreves!”.¿Y cómo no atreverse?: ¡aunque se escandalicen del escándalo y no puedan apartar la mirada de lo que no quisieran continuar mirando!   Se para el tiempo y ya nada importa. Ni la gente, ni sus palabras, ni sus miradas, ni lo que callan… ¡si miran, que miren! ¡Si dicen, que digan! Ya no hay gente, ya no hay palabras, ni tampoco voces, ni risas sarcásticas. Sólo música, labios que se cruzan en besos y besos sólo para quien se tiene en frente.    Tallos verdes, de espinas que acarician. Pétalos de rosas rojas de capullos que se abren con el amanecer. Ramo de rosas rojas, único testigo atónito de lo que se cierne sobre el colchón, bajo la sábana. Estremecimiento de un cuerpo que tirita, buscando el calor del cuerpo que le cobija. Beso, mordisco, caricia, latidos. A la sombra, en silencio, permanece el único testigo: un ramo de rosas de pétalos rojos. Color intenso reflejo de pasión y encuentro. Encuentro en una noche que se apaga. Despedida en el clarear de un día que comienza, sin descubrir los caminos que se cierran. Dejando la incógnita prendida a la propia  pregunta de un “mañana”. Sólo los pétalos de las rosas rojas, tendrán respuestas. Respuestas que callan, por no hablar. Respuestas que silencian, para no molestar.