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rafaelrr

PERFUME

Llevo su perfume. Aún le huelo. Cada minúsculo gesto, cada disimulada sonrisa, cada incógnito movimiento, cada minúsculo gesto de sus dedos entreteniéndose con el papel del envoltorio del regalo. Sus brazos sobre la misma mesa en la que quedaba olvidado el vaso de coca-cola. Sí, aún llevo su perfume… sí, aún me castigo con ello. Pero mi olfato se resiste a borrar tal huella, anclada en cada resquicio de mi mente. En cada herida urgida en mi carne.Han sido quince días, cuando pudo haber sido una semana. Pero han sido quince días. Como podrían haber sido más. Como, tan bien, menos. Aún así sobraron de siete días para la creación. Dos de ida, dos de vuelta, dos en el camino, dos esperándole, tan sólo dos: mirándole. Sólo dos, para romper el resto que han cabido en quince.Por un instante, tan sólo por un instante… todo quiso mostrarse real. Cruel espejismo de la realidad distante. Por un instante, tan sólo por un instante… se quiso compartir la misma sensación. Por un instante, tan sólo por un instante… podría haber parecido la extraña sensación de seguir pasos a delante.Llegó por la espalda, recibido por certero abrazo. Testigo sólo para quien lo daba. Atado por un cinturón blanco. La conversación parecía reflejar algo más que flujo de palabras bajo el sol. Sólo la ciudad resultaba testigo mudo el silencio ahogado en el grito de la ignorancia. El nombre de una ciudad en el móvil ocultaba la identidad de la persona. Como se pudo haber identificado con una “X” o un interrogante.Mano al volante. Otra castigada sobre la palanca de marchas y otra mano que sentía caricias. Pensar, desde una parte, marcha sin rumbo. Otra, deseo terminar cuanto antes. Para la primera la comida, lugar de encuentro. Para la otra, compromiso de escapada. Para una: un beso. Sacudida, para quien sentía sueño. Cansancio y deseo de terminar pronto. Pese palabras de “no sólo almuerzo, sino merienda y cena”. “En tu casa, o en la mía”.Sólo una camisa, otro pantalón… distinto corte de pelo. Podía haber salvado la situación.Una camisa planchada, en color blanco. Un jeans oscuro, de corte recto, ajustado en la entrepierna. Rapado y con canas… hubiese mostrado un verdadero sentimiento mutuo. Pero, a los quince días… con dos horas de trayecto, con otras tantas para el regreso. Con dos horas de miradas que se esquivaban, porque no querían ser miradas. La camisa arrugada, el pantalón desgastado, el corte de pelo rapado… podría haber salvado la situación. Pero cuando la camisa quedase arrugada, o el pantalón manchado… serían abandonados en el cesto de la ropa sucia.